miércoles, 15 de junio de 2016

500 días (juntos)



Nada más empezar la película se nos avisa de que ésta no es una película de amor. Y tiene toda la razón. Puede inducir a error que la trama sigue el esquema de las comedias románticas, pero el quid de la cuestión no se haya en el amor, si acaso en las expectativas de unos y otros, los errores en la comunicación y qué queremos en nuestras vidas.

El título original de la película sería 500 días de (Verano), Summer en inglés, realizando un pequeño juego de palabras con la estación del año, la época de la felicidad y los amoríos fugaces con el nombre de la protagonista de la película, llamada Summer. Así pues, lo que se nos cuenta en la película son los 500 días que transcurren en la relación de Tom, un joven enamorado, con Summer. 500 días de Verano, 500 días (juntos). 

Sin embargo, el novel director Mike Webb decide jugar con la estructura narrativa y desordenarte la historia, dando saltos adelante y atrás en las historia. A causa de ello, rellenamos los huecos de acuerdo con nuestra experiencia y con las comedias románticas que hemos visto, factor que el director aprovecha para hacer unas cuantas trampitas sobre lo que esperamos encontrar y transformar la película en una experiencia completamente diferente que nos lleva a territorios poco explorados dentro del género.

La base parte de la contraposición de los dos personajes protagonistas: Tom es un romántico incurable que sueña con encontrar la felicidad con una pareja que le entusiasme, cosa que busca con ahínco en cada momento de su existencia. Por otro lado, Summer es una mujer pragmática y descreída, más que dispuesta a aceptar la realidad como viene y divertirse con las cartas que el destino le ha deparado, pero sin ninguna intención de mirar más allá ni comprometerse con aquello que sabe que no puede proporcionar. Salta la chispa y, en desorden, pasamos por todas y cada una de las fases de una relación: el tonteo inicial, las primeras citas para conocerse, el éxito al culminar, la primera vez juntos y la satisfacción que eso trae consigo (escenaza que vale unos Momentos), los problemas de comunicación, el aburrimiento que proporciona la rutina y la dolorosa ruptura que pone punto ¿y final? a todos estos días juntos. 

La base del éxito se cimenta en unos inspirados Joseph Gordon-Lewitt y Zooey Deschanel. Él consigue hacerse querer con una actuación natural, que transmite lo que siente y nos hace partícipes de su fortuna. Deschanel derrocha frescura y coquetería, consiguiendo enamorar a todo el que la ve. Webb aprovecha la estupenda química entre ambos para que nos creamos una relación que desborda amor por todos lados. Sin rastro de azúcar, sólo la montaña rusa de sentimientos que todos hemos sentido cuando estamos enamorados, convirtiendo la película en dos horitas de puro vicio que nos ventilamos con mucho gusto. 

Tom está enamoradísimo y quiere vivir al lado de Summer hasta el resto de sus días. Summer, por su parte, adora a Tom, pero es consciente de que lo suyo es pasajero y más pronto que tarde marchará a buscar nuevos horizontes. No quiere dar falsas expectativas a Tom, pero al mismo tiempo, se hace difícil no ser partícipe de su entusiasmo y sus ganas de que todo salga bien para siempre. Creo que puedo asegurar que todos hemos estado en algún momento en la piel de uno u otro, pero seguro que nos es mucho más fácil identificarnos con el tonto enamorado de Tom. Las películas nos han grabado a fuego que estos atolondrados personajes acaban teniendo éxito, pero la vida real sabe que son carne de friend zone. Si Tom pasa a ser el bueno para muchos, es fácil considerar a Summer una persona fría, que se aprovecha de Tom para pasárselo bien y luego abandonarlo hecho un pingajo. Sin embargo, ella es totalmente honesta en todo momento, da lo había prometido da y no se entrega a lo que no había prometido entregarse. A todos (o casi) nos hace ilusión que el amor triunfe, pero las cosas pasan. Luego… el mundo sigue y después de Summer, llega Autumn (el otoño), las segundas oportunidades que la vida siempre a veces nos da y la cuenta vuelven a empezar.

Y es que es la vida, el amor y las relaciones. ¿Qué hacer ante el pánico, cuando las dudas de asaltan y las buenas decisiones no existen? ¿Cuántos no sufrimos o hemos sufrido de amor no correspondido :_(, o no hemos podido evitar hacer sufrir a quién nos ha amado y no hemos podido amar :_(? Comprendo la rabia que consume a Tom a causa de la frustración. Lo das todo con la vana esperanza de ser correspondido y no recibes más que un aprecio que no es del tipo que deseas… Ataca la intención de convertir en odio lo que antes adorabas, o la de idealizar el imposible que nunca llegará, nos volvemos injustos, pesados e insoportables. Comprendo la ambigüedad con que se mueve Summer, encantado de estar con él, pero consciente de que no es con quien desea acabar sus días. Tratar de disfrutar de la buena compañía sabiendo que cualquier risa o palabra debe estar totalmente medida, para evitar crear falsas esperanzas o causar daño a alguien al que aprecias y con quien deseas compartir tu tiempo, un cinismo autoimpuesto que se vuelve incómodo y amargo.

Ay, ¡los traumas de cada uno! Es dificil no sentirse demasiado identificado con uno u otro, odiando al otro partenaire al que deseamos todos los males. Conozco muchos que se han pillado unos rebotes bien considerables con ésta película. Por mi parte, será que estoy en una época muy feliz, pero he salido la mar de emocionado (no veáis que llorera, mezcla de melancolía, alegría, rabia y nostalgia).


Esta simpática película tiene un montón de detallitos la mar de monos, pues su fragmentada estructura narrativa, casi una sucesión de vines estirados, concuerda a la perfección con la visión parcial que nos da la memoria cuando tiramos la visa atrás y contemplamos lo que fue y lo que pudo ser. Hay que felicitar las geniales ocurrencias en la composición de un guión que da en el clavo a la hora de representar los sentimientos, con unos diálogos perfectos, tan naturales como la vida, complementados con una banda sonora llena de frescura y buen rollito.

La película es sincera, imaginativa e intimista, con un montaje desenfadado que la convierte en una comedia romántica muy diferente. Quizás porque en realidad no es una comedia romántica, si acaso es una comedia romántica sobre las comedias románticas o una comedia sobre la vida, que tiene algo de romántico. Lo que uno no puede evitar es sentirse identificado con lo que fue, lo que pudo ser y lo que nos hubiera gustado que fuera. Deliciosa. Peligrosa.

Nota: 8
Nota filmaffinity: 6.9

Ay, el dolor al ver el anillo en los dedos de Summer…

1 comentario:

  1. Este comentario es totalmente ficticio y cualquier parecido con personas vivas o muertas es pura coincidencia, sobre todo contigo, Virginia.

    Zorra –y mira que te sigo teniendo cariño-.

    Es decir, que me toca recordar. De eso va todo esto. A esto nos evocan los 500 días, los muchos años y las constantes estaciones. Y la vida, claro. Los fracasos, las esperanzas, las canciones de amor, los 500 te quiero y los 500 “lo siento pero yo no”. Y las lágrimas. Aunque fueran de mentira. Los dibujos en la mesa, las flores marchitas, los susurros en la feria, los gritos en el cine, los hombros en que apoyarse, los engaños físicos... y mentales.

    Las esperas, los acelerones, las llamadas y despedidas. Los sombreros y chalecos, las burbujas de jabón, los rayos de sol y las gotas de lluvia. Las cartas de amor y desamor, las expectativas y realidades. Las copas y los bares, la playa y los pechos. Y la música.

    Y los sueños. En la cama y en la clase. En la calle y en el coche. Y tú. Y yo.

    Los olores, los amigos que no se escuchan, las carreras por los grandes almacenes y los atardeceres a tu lado. Y los amaneceres. Y las sonrisas anchas.

    Las muñecas de trapo, los cromos alabeados y los cines de verano. Las bragas con lacitos y las ropas rosas, las faldas con ribetes y las cuevas de murciélagos. Ahh y los disfraces de superhéroes autoimpuestos, las máscaras reales e imaginarias. La nata, los vegetarianos... y las fresas. Los destinos. La carretera llena de curvas y las playas escondidas. Los juegos de mesa y las absentas naturales. Las horas de más y los idiomas imposibles. Lo imposible de lo nuestro. Y la culpa. Y tu boda que ocultaste.

    Cuando todo el puñetero planeta me las recuerda. Cuando no existe canción o película sin historia, cuando sólo yo existo porque nadie me comprende. Entonces aparece alguien que te cuenta una historia parecida. Y sonríes, porque a pesar de todo el fatalismo, sufrimiento e incomprensión “la vida puede ser maravillosa”.

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