lunes, 5 de octubre de 2015

Acción Mutante



Inicio de la película. Suena Misión: Imposible, presagio de grandes hazañas. En pantalla, un grupo de patanes fracasa miserablemente en un secuestro. Así empieza la carta de presentación del cineasta protagonista de nuestro especial. Esta primera escena ya nos puede dar una idea de qué ideas se agolpan en la mente del excéntrico director Álex de la Iglesia: gusto por la cutredad y el esperpento, grandes dosis de conocimiento cinéfilo, una creatividad descontrolada y pocos miedos para mostrar un cine muy cafre y muy personal.



Todos conocemos esas historias de chicos y jóvenes que, ilusionados y sin dinero, sueñan con hacer su propia película. Zombies y vampiros trasnochados, extraterrestres invasores… Temas recurrentes que hacen salivar y avivan su imaginación. Álex de la Iglesia era uno de estos jóvenes que, tras el éxito de “Mirindas asesinas”, consiguió lo que todos ansían: financiación. No mucha, pero sí más que de sobras para urdir una buena gamberrada con la que atizar al respetable a lo grande. No olvidemos que es una opera prima, y en ellas siempre hay algo más de manga ancha para hacer lo que te dé la gana.

La superficialidad, los cuerpos danone y la estética almodovariana han triunfado en la capital del Universo, Bilbao. Pero no todo está perdido en esta versión castiza de la sociedad Bladerunnerniana, dónde triunfa el petardeo pijo y la vacuidad estética. Un grupúsculo terrorista de marginados fenómenos de feria resiste firme al invasor y trata de hacerse conocer, defendiendo su derecho a que su fealdad sea respetada. Este entrañable grupo de patanes planea dar su gran golpe reventando la boda de las bodas, pero claro, las cosas nunca salen bien, desatando así una locura de lo más cafre que atraviesa el reino de los Monthy Python con la seriedad propia de El ataque de los tomates asesinos mientras riega con Napalm todos los estamentos de la sociedad bienpensante.


Lo que está claro es que Álex de la Iglesia era (es) un frikazo. Un maldito friki. Pero bueno, ¿y qué? Como si eso fuera malo… Aún con un prespuesto diminuto y una puesta en escena de lo más (deliberadamente) chusca, se las arregla para introducir mil guiños cinéfilos, añadiendo una pincelada de todo lo que pudiera oler a ciencia-ficción trasnochada. La lista es profusa y variada: Star Wars, Mad Max, Alien, Juez Dredd, Terminator, juegos de rol, serie B…conformando un megafanzine tan fantástico como violentamente absurdo. El derroche de imaginación es doble, al tener todas sus bastardadas perfectamente imbuidas dentro de una historia que gira en torno al esperpento hispano, uno de sus temas favoritos.

El elenco de actores que trabajan en la misma mezcla a grandes actores dramáticos en registros imposibles con un puñado de zumbados de la mejor clase, que repetirán gustosamente en obras posteriores. Es difícil dilucidar si las actuaciones de los primeros  son nefastas o brillantemente nefastas, pero sí son visceralmente solventes. Es que ni Antonio Resines (que tardaría mucho en convertirse en un Serrano) ni Fernando Guillén se creen ni se toman en serio sus papeles, ¡pero sus personajes funcionan! Ventajas de que la absurdez salga por todas las escotillas. A su alrededor, el grupillo de amiguetes, con Álex Angulo y Saturnino García a la cabeza, demostraban comulgar con su particular visión creativa y convertían en reales los excéntricos personajes que poblaban la desbordante imaginación de nuestro director.

Acción mutante no tiene ni busca tener más sentido que liarla parda de la manera más salvaje posible. Es una parida muy bien hecha por alguien que no tenía otra intención que hacer una parida bien grande. Es cochambrosa, chusca y, por momentos, repugnante, pero no está al alcance de cualquiera. La estética se ve influenciada por el ciberpunk ochentero, al que le da un giro cutre muy bien elaborado, consistente y comparable al de cualquier producción yanqui. De la Iglesia toma (sin permiso) el género de la ciencia ficción y lo trasnocha, adaptándolo a ciertas reglas digamos… muy nuestras y ofrece una propuesta la mar de cercana, pero a la vez muy, muy diferente distintiva. La mezcla es tan disparatada como efectiva. Ni siquiera McGuiver había descontextualizado tan bien las boinas vascas.
Las desventuras de Ash en la cabaña del bosque provocan repugnancia y fascinación, convirtiéndose casi siempre en una experiencia inolvidable. La animalada que plantea Acción Mutante tira en la misma dirección y se las basta sola para poner los pelos de punta a un espectador despistado. En pocas cabezas caben mezclar cargamentos espaciales de palitos de merluza con ataques terroristas a los gimnastas televisivos, personajes que se corren con sólo ver a una mujer o poner a Enrique Sanfrancisco (dicho sea con todo el respeto) como adalid de la belleza. Los diálogos son rematadamente estúpidos, no hay un personaje que mantenga la más mínima coherencia y la trama avanza a base de empujones. No, no es una buena película,pues hay demasiadas cosas que funcionan mal como para poder considerarla así. Sin embargo, sí es una película que sabe ser diferente, destila frescura y mala leche, se nota que se ha hecho con mucho cariño, sobretodo, es una película muy bien hecha. Todo el que viera la película en 1993 -no tanta gente- estaría de acuerdo, después de alucinar un rato, en que     Ahí reside el mayor éxito de Acción mutante: es exactamente la película que quiere ser (a lo bestia).
 
Acción mutante es una película pequeña, brutalmente disfrutable y demencialmente salvaje en su planteamiento que pasó relativamente desapercibida, pero sirvió para poner en el mapa a un artista muy influyente en el cine español. Parece reunir todo lo que será la posterior filmografía de Álex, mucha violencia, crítica social muy bien escondida y cine absurdo pero muy real. Posteriormente, reventaría esquemas con El Día de la Bestia.

Nota: 6
Nota filmaffinity: 5.9

Aparecida previamente en Cinéfagos AQUI

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