sábado, 12 de julio de 2014

Piratas del Caribe: En el fin del mundo

Justo un año después de haber despedido a Jack en las fauces del kraken, llegaba la película que culminaba la trilogía. Los amigos que el infame Capitán Jack Sparrow había dejado en el mundo de los vivos decidían emprender una excursión al más allá para rescatarle y así vencer al ejercito inglés que lucha por erradicar definitivamente la lacra que representan los piratas.


Después de una floja continuación a la estupenda Maldición de la Perla Negra,  el espectador esperaba y deseaba que este bajón fuera sólo por ser la introducción al final de la trilogía. El público se arrojó a las salas para contemplar el desenlace de las aventuras del capitán Jack Sparrow, saliendo de ella con la sensación de que debería haber sido mucho mejor. Hace unas semanas comenté los elementos básicos del blockbuster. Simplemente con hacer buscarlos, hacer una película digna con ellos y afianzarse en el carisma de Jack y su cuadrilla podría haber salido un producto que llenara taquillas y contentara a los fans. Sin embargo, Disney no quiso romperse la cabeza pareció querer ir a lo fácil. De los detalles originales sólo podemos destacar los espectaculares efectos especiales, que llenan un poco el vacío de la película y permiten a Davey Jones y su cuadrilla moverse con una naturalidad pasmosa, pero ¡ay!, es lo único que se puede salvar de la misma.


Disney tira con todo a la jugada Jack + efectos especiales, le añade un ritmo vertiginoso para no dejarte pensar y lo adereza mediante acción y peleas con poco sentido pero bien coreografiadas. Pero no llega a ser  no llega a ser suficiente para ofrecer un conjunto con empaque. La historia que se propone no tiene sentido, no se sostiene por ningún lado ni guarda el más mínimo asomo de coherencia. El despropósito que se propone no parece tener otra intención que meter a los protagonistas en situaciones molonas con el coste de convertir la película en un esperpento. Incluso los personajes dejan de diferenciarse. De golpe, todos parecen cortados por el mismo patrón y se dedican a fardar de lo molones que son en todas las escenas que salen, con diálogos cuya iluminación es casi de juzgado de guardia.


Estos defectos, incluso su sorprendentemente floja banda sonora deberían hacer que ésta fuera una película que me repudiara bastante, pero debo reconocer que pocas películas me dan las risas que me pego con ella (y mira que la he visto unas cuantas veces). Sus defectos son enormes, pero no puedo evitar desternillarme con los piques infantiles entre Barbosa y Sparrow, los pobremente inspirados discursos de Elizabeth, la torpeza social de Davey Jones y, sobretodo, el estrambótico parlamento en el atolón (con Davey en un cubo de agua). Tal cantidad de intentos (fallidos) de molabilidad, acumluación de escenas de vergüenza ajena y diálogos cargados con épica gratuita consiguen que la película me pase volando, incluso cuando un personaje se flipa y se multiplica sin ningún motivo aparente (si alguien sabe el porqué, que me lo diga).



Un placer culpable, si queréis, pero el final de la trilogía fracasa como aventura épica (su propósito original), pero con resultados desternillantes (para mí). Quizás será la influencia de One Piece, pero para mí la imagen del pirata, con su pata de palo, su parche en el ojo, su cara de malo y un barco que lleve por bandera dos tibias una calavera me resulta… evocadora. Solo saber que hay un pirata ansioso de libertad, de nuevos horizontes y nuevas aventuras me hace presagiar que algo bueno va a empezar, que cualquier cosa es posible, y si sueltan tal cantidad de chorradas como estos, casi que mejor.

Nota: 5
Nota filmaffinity: 6.1 

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