viernes, 5 de diciembre de 2025

Elvis

Recuperamos un poco el tono hortera y desmesurado y vamos a darle un puñado de brilli brilli. Baz Luhrman y su Elvis no dejan indiferente a nadie.

Elvis Presley es una de las estrellas más míticas de la imaginería estadounidense de los 60-70. En esta película se repasa su vida y su música, siguiendo el punto de vista del Coronel Tom Parker, su mánager a lo largo de su exitosa carrera. Así, seguimos su vida desde su descubrimiento a su muerte, pasando por su meteórico ascenso a las estrellas, revolucionando a la bienpensante sociedad del momento. No se olvida de la influencia de Priscilla Presley ni del efecto de su música a la hora de lidiar frete a la presión social, el conservadurismo y el racismo imperante.

En sus dilatados 160 minutos, repasa casi todas sus grandes canciones y muestra la evolución del artista, regodeándose en todos los excesos habidos y por haber. Hace especial hincapié en los problemas que tiene Elvis para gestionar la fama que acarrea su éxito. Él sólo quiere cantar y gozar la vida a lo grande, pero tiene que enfrentarse a la continua presión de un escenario atronador, los tejemanejes de su mánager, su familia, sus amigos… que lo único que quieren es sacar tajada de una gallina de los huevos de oro que no se entera muy bien de lo que ocurre entre bambalinas.

Me costó mucho abordar esta película ya que el director es Baz Luhrman. Aquí ya he comentado anteriormente lo poco que me gusta el histrionismo de este director, con una puesta en escena sobre estimulada, en la que no cabe espacio para la contención. Este gusto por lo hortera ya me resultó desagradable en El Gran Gatsby, por ejemplo. No me presentaba yo muy optimista, pero por una vez, me inclino a reconocer que ha encontrado una historia que justifica todas sus idas de olla visuales (la segunda, que también existe Moulin Rouge).

¿Qué encontramos? Una biografía un poco asín asín de Elvis Presley, la mayor estrella de la música en el EEUU de los 60-70. En una vida repleta de excesos, descontrol, lentejuelas y buena música. No se centra tanto en cómo triunfa sino en su depresión y lo poco que puede disfrutar de su éxito, incapaz de resistir a las presiones de un manager que lo quiere exprimir al máximo y una familia que sólo piensa en cuánto dinero puede sacar de él.

Lo que sí hace es ir a toda mecha. A pesar de sus casi tres horas, cuenta muchas cosas y, al mismo tiempo, siente la necesidad de hacer un videoclip super molón de cada canción famosa. Por momentos se vuelve agotadora, sin tiempo para respirar y con todos los dejes de Luhrman, es decir: lucecitas y lentejuelas por todos lados, toneladas de brilli brilli y una cámara que no sabe estarse quieta. Pero cómo esta vez la vida de Elvis y los videoclips molan un huevo, pues no me hace salir volando como otras veces. También se debe añadir que el trabajo técnico (montaje, sonido, etc.) es impresionante. No he mirado el presupuesto, pero apostaría que nunca ha gozado de tanto músculo financiero como aquí, y vaya si se queda a gusto. Remarco sobretodo la calidad en los vestuarios, tanto adaptándose a las épocas (1940=>1970), como todos los trajes de Elvis, sus peinados y sus chorradas.

El desbordarme horterismo y el ritmo alocado debería explotar en la cara del director, pues no propone un ejercicio fácil. Por suerte para él, tiene a tres protagonistas en estado de gracia que soportan todo lo que les echen encima. Austin Butler se mimetiza como Elvis de la mejor manera, Tom Hanks se sale haciendo de “malo” por segunda vez en su carrera (en ambos casos como representante de cantantes ^^) y Olivia de Jonge sirve magníficamente de ancla moral intentando hacer bajar a la realidad al loco del artista. 

Me hace especial gracia el esfuerzo que realiza para mostrar la revolución que supone para el público (blanco) la aparición de una estrella carismática de este calibre (blanca) de un género típicamente negro, como si lo hubiera inventado él, como mostrando a la sociedad bienpensante que ahora ya pueden disfrutar del rock sin que sea algo pecaminoso. En ese sentido funciona también la reacción histérica de las fans y la indignación de las mentes “decentes” ante los lúbricos movimientos del artista. Resulta enternecedor hoy en día (aunque sea verídico).


La calidad detrás y delante de las cámaras fue reconocida por la lluvia de nominaciones a los Oscar (película, actor, sonido, diseño de producción, fotografía, maquillaje, vestuario y montaje). No se llevó nada en un año dominado por Todo a la vez en todas partes. A fin de cuentas, es el ejemplo típico de una película que acaba así, todo muy bien hecho, pero…

Elvis es un monumento al exceso sobre una vida repleta de excesos. Puede resultar agotadora y desagradable, con un porrón de efectismos y una lluvia de estímulos que te dejan tonto. No obstante, el trabajo actoral, un despliegue técnico formidable y un montaje vibrante se las bastan para que sea un espectáculo de bandera.

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 6.8 

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