sábado, 14 de julio de 2018

Steins; Gate


¡Vaya! Hacía tiempo que no me ponía a desglosar una serie en estos lugares. Se han seguido viendo, pero claro, las series requieren mucho más tiempo para ser reseñadas y el mío no es que me sobre tanto como me gustaría. Pero we…, llevo un mesecito que parece que lo tengo y todo.

Steins; Gate es una máquina del tiempo inventada por un científico loco basada en un teléfono-microondas que es capaz (inicialmente) de mandar SMS al pasado. En su paranoia, está convencido de que  una organización maligna-illuminatti llamada SERN está buscando construir una máquina del tiempo para alterar la línea temporal y conquistar el mundo. Lo que en un principio parece una locura más de este desnortado personaje, se convierte en una implacable persecución cuando la máquina llega a funcionar DE VERDAD. La comedieta ligera con toques de ciencia-ficción de los primeros capítulos se transforma entonces en una estupenda película de ciencia-ficción “seria” de profundidad inusitada y una excepcional carga emotiva (sin perder apenas histrionismo). ¿qué hacer cuanto tu bienestar entra en conflicto con el de tus seres queridos y el propio destino de la humanidad?

Está enrevesada historia de paradojas temporales de guión redondísimo proviene, sorprendentemente, de un videojuego del mismo nombre. Steins; Gate  es una aventura gráfica/conversacional japonesa (bastante indigesta para el gusto occidental) que cosechó un tremendo éxito allá alrededor de 2010. Años después, apareció este estupendo anime más que capaz de volar la cabeza al más pintado.

El comienzo es ciertamente caótico. No hay un personaje al que no cojas ganas de atizar con una barra de acero. Desde el “mad-scientisto” Rintarou Okabe, la remilgada Makise Kirisu “Cristina” o la animosa cosplayer Mayuri “tururú”. Los primeros 8-9 capítulos pueden hacerse demasiado tontos para un espectador no avezado en los horterismos japoneses. Sin embargo, una vez se produce el primer viaje REAL en el tiempo, la serie coge aire, despega y no te deja respirar ni medio segundo hasta el final. Pasas del “es muy lenta” a “no entiendo nada” a “me va a estallar la patata de un momento a otro” en apenas dos capítulos, que sirven para lanzar una de las mejores tramas de viajes en el tiempo que recuerdo. Efecto mariposa, multiversos, paradojas, complejos de Electra…  Cualquier paja mental aparecida en la ciencia-ficción tiene aquí cabida, aprovechada con talento y un estilo muy particular.

Una vez se empieza a volver del bucle, el efecto es devastador. Okabe pasa a ser un héroe trágico al que no quieres sino abrazar, Mayuri en uno de los personajes más adorables que ha parido Japón y Kirisu la novia que (casi) todos querríamos tener. Incluso los secundarios como el salido Itaru o la aburrida Suzuha, que no parecían servir para mucho inicialmente, son capaces de coger protagonismo y arrancarte una lagrimita o un puñetazo en el estómago.


No es sólo que los personajes despeguen y ganen toneladas de carisma, es que la serie enlaza brillantemente capítulo tras capítulo, en los que la repetición de situaciones (casi) idénticas se transforma en un recurso lleno de virtuosismo. La aparición de la gente de SERN o el descubrimiento de John Titor se mezcla con idas de olla de conspiranoia desnortada, confundiendo la realidad con la posibilidad  y realizando continuos saltos adelante y atrás que cambian los futuros (y pasados) posibles. Todo el desenlace (los últimos 4-5 capítulos) te lleva por una montaña rusa emocional en la que no puedes dejar de prestar atención ni medio segundo, obligándote además a ver de nuevo el primer capítulo una vez acabada la serie, pues éste cobra un sentido completamente diferente en virtud de la nueva información obtenida. Una auténtica maravilla.

Son varios los momentos capaces de clavarse en el alma y dejarte dos horas tirado en el sofá, meditando:
- Un puñado de conversaciones a partir del episodio que cambia todo, en los que se pueden apreciar las sutiles variaciones que se van produciendo, especialmente cuando nosotros conocemos el futuro negado a los personajes.
- El final de John Titor.
- Cómo Nyan-nyan pasa de ser un personaje de lo más hostiable a la viva imagen de la devastación que uno no quiere sino abrazar (una semana entera).
- El capítulo 22. Todo él. :_(
- Volver a ver el capítulo 1 tras acabar la serie.


Por si fuera poco, son sólo 24 capítulos (+1) de 25 minutos. Ideal para hacer un maratón, devorándola alucinando Rickinillos con toda la carga emocio-temporal de las mejores propuestas de ciencia-ficción y unos giros de guión que te dejan la cabeza dando vueltas. La excentricidad de los primeros capítulos puede echar para atrás a los menos avezados entre el horterismo japonés, apenas una comedia ligera que no sabes bien a donde va, pero una vez la serie se lanza… WOW. Es un "must see" impoluto e innegable, así que dadle caña en cuanto podáis

Nota: 10
Nota filmaffinity: 8.1

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